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domingo, 11 de marzo de 2012

Lo que bien se aprende nunca se olvida,
lo que con mal se repasa genera pesadillas
No podré olvidar esa mano morbosa
las pastillas, los colores, la emoción.

Viajan en mi contra quintas en círculos
había más dominio que dominantes
no puedo recordar el recuerdo
no puedo tragar sin querer vomitarme

Quién sepa a qué sabe el semen del diablo que me hable
quién ha tenido tiempo de ir a escupirlo que se calle
No he de juzgarlo por vivir en una cápsula rosa
Pero no me interesa su estúpida firma

No sabe qué es el amor el que no ha tenido el odio encima
violándolo, llorándole, implorándole.
No sabe qué es vida quién no ha tenido un orgasmo de la muerte,
un susurro, una caricia.

Ni gordas, ni putas, ni presidentes haran que me calle
Ni leyes, ni juicios, ni estúpidos cobardes
¿Disminuido?, pensaba mientras lloraba
pero en efecto iba disminuyendo el dolor.

Dolor de vientre, dolor de entrañas
No hay peor combinación que el desasosiego y la indignación.
Que me aten, que me torturen, que me interroguen
No hay nada que pueda pararme.

Tiene miedo a escucharme el maldito ignorante,
el que prefiere matarme con tal de no complicarse
Tiene miedo a la verdad el que sucio se encuentra,
el que tiene sangre y saliva en su cuerpo.

Qué me hable de sentimientos el que ha dejado de sentir
que me hable de discreción el que ha sido oprimido.
Hace rato prendí fuego a ese sillón de la comodidad,
de la indiferencia, de la perversión.


Van cantando canciones de amor y de guerra para ser intelectuales
pero yo no conozco ningún puto soldado.
El mal no se esconde más allá de nuestro propio cuerpo,
no está ni en banderas, ni en artículos de prensa.

Que juegue de maduro el que nunca ha sido cosechado,
es como el que habla de Dios y cree que tiene que ver con el padre nuestro.