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miércoles, 7 de mayo de 2014

Demin, Delá y Davis

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Inquietud, paradigmas, asombro, rabia, incertidumbre, enojo, tristeza; y de nuevo, incertidumbre.

¿Cómo comprender al cerebro humano?, ¿cómo comprender las diferencias entre la razón y la emoción?.

He vivido muchas paradojas, infinitas madrugadas de acertijos, ¿qué hacer?, ¿a qué le hago caso?. Pero hasta ahora nunca había tenido que competir contra demonios ajenos. ¿Qué pude ser peor que pelearse con uno mismo?, pues creo que lo descubrí… Pelearse con uno mismo por una persona que, realmente no sé si se pelea o no, pero al menos es tan inestable como uno, o incluso más.

Es la vez que escribo con más asombro para este blog, casi siempre escribo con tristeza, furia, o inclusive muy muy sedada; hoy no. Son las 6:23am, y al contrario de la mayoría de mis otras entradas, esta vez me acabo de despertar.  No estoy oyendo a Bill Evans, así que escribe mi parte racional.

Mis amigos cercanos, o sea ustedes que tienen acceso a este blog, me han preguntado (ya creo que todos) que me ha pasado; y creo que llegó la hora de contarles. Acá estoy, sigo escribiendo para un público aproximado de entre 6 y 9 (sí son más pues no sé quienes son y peden ignorar este comentario) personas; y puedo asegurar que he tenido conexiones muy interesantes con la mayoría.

¿Qué me ha pasado?.
He estado un poco alejada lo sé, y realmente me disculpo, pero sé que ese no ha sido el motivo de la pregunta. ¿Por qué sonrío tanto?. O más bien, ¿por qué antes no sonreía tanto?. Eso es lo que me han dicho. Pues, he estado ordenándome. Ya les he respondido. ¿Por qué lo escribo aquí?. Ustedes saben por qué. Mi diario, mi funeral, saben qué hacer.

Después de haber conocido a todos mis demonios, de haberles dado la mano y haberme presentado formalmente, he visto que no son tan demoníacos. Sólo son niños desatendidos, pegando gritos por un poco de cuidado. Los más altos (pero no los más gordos) se pusieron a pelear más estos últimos dos años, más que todo porque yo dejaba que los provocaran, por otros demonios igual de traviesos pero menos “identificados”.

Lo malo de no darse a la tarea de conocer quién vive dentro de uno, o quienes, mejor dicho, es que en algún momento explotarán, por haber sido ignorados tanto tiempo. Pero lo peor que puede hacer uno es intentar tocar lo ajeno.

La vida me enseña otra curiosa historia y moraleja; tal vez quise jugar de salvadora antes de haberme salvado, pero lo que realmente pienso es que aposté a intentar salvarme con algo conocido, demonios sí, pero demonios más dóciles que los míos. (Eso pensaba al principio).

Es terrible la atracción que puede tener el dolor hacia más dolor. ¿Cómo?. Uno se acostumbra verdaderamente a sentirse mal, ¡sí!, no es un mito. ¡Y a uno le gusta!.  -¿Por qué confiar tantísimo en alguien al azar, con los ojos tapados?- Me dirán cuando les cuente la historia del porqué no hemos comido tantos helados en parques en los últimos años. Pues, por lo mismo, por locura; y cuando digo todo esto es porque realmente quiero que recapaciten un poco.

El karma, pensé. Tal vez si hago algo bueno, tal vez si me acerco a alguien que esté solo, tal vez si me fijo en los detalles en los que nadie más se fijaría… Tal vez así, al hacer sentir bien a alguien yo me pueda sentir bien. ¿Por qué no?. Me parece que el mundo podría funcionar así, pero no. Lo peor que uno puede hacer es alimentar un demonio ajeno, porque ahí sí, se crearán monstruos.

¿Cuál es la principal característica de los demonios? Nos hacen ver cosas que no existen, oír cosas que nunca se dijeron, sentir lo inexistente.

He sufrido mucho con los míos, pero he sufrido tres veces más con los ajenos, que en el momento en que yo los dejé entrar, ya se convirtieron en mi problema también.

Ahora son consciente de que no quiero que los míos (Demin, Delá y Davis) se apoderen de otro cuerpo u otra mente, y por esto también me alejé un poco de ustedes, porque son vulnerables. Lo bueno de todo esto es que, por fin, por fin, se están calmando, no diré que se van a ir, de hecho, no quisiera que se fueran, son parte de mí; solo que ahora están funcionando mejor. No se pelean tanto entre ellos, y sólo muy muy muy muy pocas cosas los desatan negativamente; cosas que eliminaré por completo apenas pueda.

No quiero que se dejen, otra pregunta muy común, “¿Iva, de verdad usted cree que haya esperanza?”. Sé que siempre les dije que no, rotundamente. Pero sí la hay. :) . Me he tenido que tragar muchas palabras últimamente… Seguiré sonriendo, ya vi que les gustó… y a mí también.