A pasado alrededor de un mes sin mis compañeritas azules y creo que eso se ha visto reflejado aquí; ya no podía pasar más tiempo sin escribir, aunque fuera de una manera pobre como esta.
¡Qué rápido pasa la vida!, recuerdo como si fuera ayer todas esas noches de pensamientos y mañanas de remordimientos.
Siempre escribo para mí misma, pero nunca he tenido miedo de que conozcan todo de mi, no sólo la carita bonita que ponemos todos.
Hoy estoy triste, se me llena la cabeza de recuerdos, quisiera poder contarle tantas cosas a gente que ya no está.
Estuve leyendo a Oscar Wilde y descubrí un pensamiento genial, siempre duele más perder a alguien que acabas de conocer que a aquel que ha pasado toda la vida contigo. Siempre tendemos a idealizar a las personas, por eso nuestro gran amor se concentra en alguien a quién creímos conocer, pero en poco tiempo; no le damos tiempo a la vida para quitarnos la venda que llevamos en ese momento, y para mí eso es lo bello del amor... por eso sólo creo que existan los amores platónicos, aquellos que se van físicamente, pero que siempre recordamos.
Sinceramente, para estos momentos de la vida tenía muchos planes y sueños. Siempre logré todo sin mayor esfuerzo; siempre derroché mediocridad y desinterés en muchísimas cosas en las que igual me destaqué... Pero lo único que de verdad quise no lo logré. Ahora le pregunto a mi guitarra ¿qué hice mal?.. Sólo yo sé lo que hice por ella.
Ese es el principal efecto de dejar de tomar mis pastillas, creo que viene especificado en la caja: "Puede producir insomnio, depresión por un problema pasado, ganas de romper la guitarra contra una pared, mareos y dolor de cabeza si se deja de tomar súbitamente".
Aveces quisiera que la vida me consolara, tan sólo por un ratito; pero es tan difícil, ¿porqué no todos somos niños por siempre?.
Igual, sé que no me puedo quejar, no cambiaría mi vida con la de absolutamente nadie; quiero empezar a crear, tengo cientos de obras maestras en mi cabeza, se los juro, y no es por que me crea talentosa, es porque puedo dar absolutamente todo de mí, hasta la última gota; sin que me importe nada, sin guardarme nada.
Sigo feliz de ser quién soy, y curiosamente últimamente he conocido personas a quienes realmente amo, que dan todo de sí. Por primera vez no me tengo que limitar a conversaciones carnales, sin espíritu; por primera vez no tengo que quedarme callada y sonreír diciendo por dentro "que idiota". Estoy casi segura de que todos los que lean esto son parte de ese grupo de gente a quién amo, y la razón que me impulsa a dar todo de mí; para mí y para la gente que lo sepa disfrutar.
¿Saben que es lo más curioso?, es de día, así que lo escriben las dos partes de mí.
sábado, 11 de septiembre de 2010
jueves, 9 de septiembre de 2010
La gente que me gusta
Perdóname Platón
Me gusta la gente que vive el momento, que no le importan las consecuencias de decir lo que siente; me gusta la gente sencilla.
Me gusta la gente que se esfuerza por alcanzar sus sueños, la que siempre mira hacia arriba pero extienden la mano hacia abajo.
Me gusta la gente que comparte su amor, y recuerda con cariño cada relato; me gusta la gente sincera.
Me gusta la gente que no habla por alabar; me gusta la gente que mantiene y defiende su palabra.
Me gusta la gente que se siente aludida sólo ante situaciones de aprecio y que repele palabras mezquinas,
¿Cómo he de decirte que me gustas tú, sin que me dejes de gustar?, ¿Cómo he de gustarme yo, sin decirte que me gustas tú?
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Otro desvarío sin ninguna norma...
Probablemente en la mañana desearé no haber convertido lo personal en impersonal.
Miércoles 1 de Setiembre 1:44 am.
Extrañaba las madrugadas, el frío, la insistente obsesión, las lágrimas, todo… Aún así no podría expresar con palabras la satisfacción que me genera el poder sentir un poco de nuevo; aunque sé que los motivos son los menos sanos que podría esperarse.
Este es uno de los momentos donde una llamada cambiaría completamente el rumbo de absolutamente todo para bien; nunca, nunca, se puede cambiar para mal; pero desafortunadamente existen las formas más impersonales de comunicarse; tanto así, que a estas alturas hasta un mensaje de texto puede parecer un gesto íntimo.
“Por un beso…
No sé que daría por un beso”
¿Qué no daría por un beso?, un beso del mundo, un beso humano, un beso que arrebate la indiferencia por tan solo un segundo.
¿Qué pasa?, que las miradas que pretenden ser más profundas naufragan a la orilla de la humildad.
Lo que pasa tal vez es que me he tomado la vida demasiado en serio y he tratado de encontrar compañeros de trinchera, aún sabiendo que no hay guerra alguna, no para mis colegas.
¿Cuánto daño habré causado?, respondo cuando preguntan mi mayor temor. Alguna vez imaginé con lágrimas en los ojos el poder dar inspiración y aliento, ahora pido desesperadamente que la vida no me confíe tal responsabilidad. ¿Qué haría yo al ver una confianza destrozada al frente mío?, ¿qué haría yo al ver tan solo un gesto de decepción?, vida mía… Pediré perdón trece veces al día.
Espero una caricia de la vida, un simple gesto de humanidad, un “buenos días” que signifique algo en realidad, un “buenas noches” que no denote monotonía…
No sé qué daría…
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