sábado, 26 de junio de 2010
Carta a un viejo amigo
- Hola (mirada fija a los ojos por un momento que acaba perdiéndose rápidamente seguida de una ligera sonrisa.),- ¿todo bien?
Claro, ya sabes lo que eso significa: ¿cómo seguiste?, ¿y de lo que me contaste?, ¿seguro que no quieres hablar?, me alegra mucho verte…
Hace días que quería hacer esto, pero tú sabes siempre todo se acumula y he estado bastante ocupada. Hoy no tengo ganas de escribir así que hablaré un rato.
Me descubrí extrañándote esta tarde, por eso vine aquí, tenía la falsa ilusión de encontrarte y de que todo hubiera sido un sueño.
Adivina que estoy escuchando; nunca te devolví tu disco de Fito, pero prometo cuidarlo, es excelente para un momento así.
Ya han pasado cuatro años desde que te conocí, parece mentira; y ya había pasado casi un año sin hablarte. ¿Recuerdas que fue lo último que me dijiste?, – cuando la vuelva a ver la voy a abrazar y no la voy a soltar, jajaja –
La noticia me llegó hace pocos días, te digo que fue una prueba difícil, casi se me cae la obra y olvido mis líneas cuando tuve que demostrar un asombro indiferente hacia esas palabras, y peor aún cuando estuvieron bastante rato hablando de ti, tuve que contenerme de desmentir tantas cosas, que yo sé, tú hubieras dicho de la misma manera.
Sé que nunca nos consideramos amigos, pero sé que tampoco lo hubieras negado, (sólo existe un tipo de gente así, y es la que tú y yo llamamos “idiotas”). Al final somos más que amigos loco, somos compañeros de fantasías.
Me divierte pensar que tan burlado se sentiría el mundo si se diera cuanta de todo lo que hemos compartido. Estoy segura que los dos pensamos en hacer muchas cosas juntos, esas que la sociedad no nos dejó porque siempre nos volvió a ver amenazándonos con algún tipo de castigo por no seguir el protocolo; que importa, te prometo que nos desquitaremos después.
Muchas veces pensé en ti cuando sentía que ya no podía dar más. Gracias por todo lo que hiciste por mí; al final todo se llega a saber, así que me di cuenta que más de una vez te metiste en problemas por defenderme; gracias por esas mentiritas de “-mañana no me tengo que levantar temprano-“ sólo para quedarte hablando conmigo cuando estuve enferma, gracias por todas las madrugadas que pasamos frío viendo la luna, gracias por todas las canciones, gracias por confiar en mí.
Nos vemos loco, tal vez en un mundo más parecido al nuestro; te quiero.
Iva
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